Acabo de terminar la tercera temporada de esta serie. Espectacular, como siempre. En el primer capítulo ya eres consciente de la calidad, en todos los sentidos, que la sustenta pero, a medida que la vas viendo, es entonces, cuando empiezas a saborear el buen hacer, la majestuosidad innata de cada plano, la delicadeza con la que se cuida cada aspecto y detalle hasta rozar el perfeccionismo. Esto no es solo factura. Es talento, es mimo, cordura y esfuerzo de no mostrar carencias. Apenas algún croma que otro, que pueda saltar levemente a la vista por añadir algo.
Hay tanto trabajo detrás, y ya no solo de actores que son fabulosos, sino cada departamento que nos traslada a principio de los sesenta: La iluminación, maquillaje y peluquería, el vestuario y por supuesto los decorados. Está tan magníficamente hilvanado todo en su conjunto y cumplen su función de manera tan extraordinaria, que apenas reparamos en ello a menos que queramos ser consciente.
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Amy wells, de compras en Homegoods. |
Os invito a que cuando veáis Mad Men os fijéis en esos decorados creados por Amy Wells. Observad como cada decorado conecta con su personaje. Por los detalles, por los colores, según la edad, el sexo, el poder adquisitivo y la personalidad. Y, sobre todo, como evoluciona. Lo hace junto a los personajes y junto a la época. Abandona poco a poco los 50 y abre las puertas en un suave crechendo a la nueva década. Capítulo a capítulo y de manera casi imperceptible, todo lo que forma "Mad Men" se va contaminando de ese peculiar paso del tiempo.
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Dormitorio Draper |
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Salón Draper |
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Despacho Don |
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Despacho Don |
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Oficinas Starling Cooper |
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Apartamento Peggy |
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